Basta con que suene nuestra música
favorita o algún tema con mucha percusión y, sin apenas darnos cuenta, tal y como le sucedía al
protagonista de In and Out, no podemos evitar empezar a mover el esqueleto.
Esta reacción nos parece natural y universal, pero ¿es realmente así?
¿El baile es algo innato o aprendido?
(independientemente de lo mal que bailan algunos).
Pues según una investigación de Marcel
Zentner y sus colegas de la Universidad de York, nacemos con una
predisposición a movernos rítmicamente en respuesta a la música. Para
llegar a esta conclusión, se estudió a un grupo de bebés cuyas edades estaban
comprendidas entre los cinco meses y dos años de edad.
Concretamente, realizó dos experimentos
con 120 bebés. Los pequeños fueron expuestos a varios extractos musicales y
estímulos rítmicos. Los estímulos de control fueron conversaciones de
adultos y niños. Los movimientos de los bebés se juzgaron con varios
métodos, recogiéndolos en vídeo y tecnología de captura en 3D.
Según Zentner, es el ritmo más que la
melodía lo que produce una respuesta. Además “cuanto más sincronizan sus
movimientos con la música, más sonríen los niños“.
Zentner asegura que aún no está claro por
qué los humanos hemos desarrollado esta predisposición. ¿La selección natural
promovió la capacidad para procesar la música? Las conclusiónes se publicaron
en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences Online.